Si Escuchas Su Voz

‘Denles Ustedes de Comer’

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Los cuatro evangelios dan cuenta del milagro de la multiplicación de los panes y peces (Cf., Mc 6, 30-44; Mt 14, 13-21; Lc 9, 10-17; Jn 6, 1-13), con la cual se destaca la importancia que quiere darse a ese acontecimiento. Marcos y Mateo hablan también de una segunda multiplicación de los panes (Cf., Mc 8, 1-10; Mt 15, 32-39). Algunos especialistas de la Biblia señalan que probablemente sólo se dio una multiplicación de los panes y la segunda sería una especie de “duplicado”; otros, en cambio, señalan que la primera multiplicación de los panes se hace en un contexto judío, mientras que la segunda se extiende a los llamados “paganos”, aquí se habla de “siete panes y unos pocos peces” (Mt 15, 34), sobran “siete cestos” y son alimentados “cuatro mil hombres” (Mt 15, 37), lo cual tiene un carácter simbólico y un sentido de universalidad.

El contexto en que se desarrolla el primer milagro de la multiplicación de los panes es la predicación de Jesús a una multitud que le sigue; Él los alimenta con el Pan de la Palabra. Jesús siente compasión por ellos, pues no han probado bocado desde hace tres días; es entonces que los discípulos sugieren despedir a la gente para que vayan en busca de alimento, pero Jesús les manda: “Denles ustedes de comer” (Mc 6, 37; Mt 14, 16; Lc 9, 13). Los discípulos se sorprenden, pues son plenamente conscientes que resultaba materialmente imposible dar de comer a todas esas personas (unos cinco mil) teniendo como provisiones solamente “cinco panes y dos peces” (Mt 14, 17).

En un antiguo mosaico del siglo V, en la Iglesia de la Multiplicación de los Panes y Peces (en la ciudad de Tabgha, a unos tres kilómetros de Cafarnaún), en el pavimento alrededor del altar, se ha representado un cesto con cuatro panes y dos peces al costado; ¿Por qué cuatro en lugar de los cinco panes de los cuales habla el Evangelio? Algunos dicen que el quinto pan no representado hace referencia al pan de la Eucaristía. El relato de la multiplicación de los panes, ciertamente, puede interpretarse en clave eucarística. De hecho, en el evangelio de Juan el milagro de la multiplicación de los panes se presenta en el  contexto del discurso del pan de vida. La gente no entendió el sentido de aquél signo sino que más bien pretendieron hacerlo rey, por lo que Jesús tuvo que escapar; posteriormente Jesús les encara su actitud: “En verdad les digo que ustedes me buscan no porque han visto signos sino porque han comido los panes y se han saciado. Trabajen no por el alimento que perece sino por el alimento que permanece para la vida eterna” (Jn 6, 26-27).

Un primer tipo de interpretación que hay que descartar totalmente es la “mágica”, es decir: aquella que considera a Jesús como una especie de mago al multiplicar los panes. En sentido estricto no hubo una multiplicación de los panes y peces, sino el no agotamiento de los cinco panes y dos peces al momento de repartirlos. Sobre este punto nos dice el papa Francisco: “Respecto a los panes y los peces quisiera agregar un matiz: no se multiplicaron (…). Simplemente los panes no se acabaron. Como no se acabó la harina y el aceite de la viuda. No se acabaron. Cuando uno dice multiplicar puede confundirse y creer que hace magia (…), simplemente es tal la grandeza de Dios y del amor que puso en nuestros corazones, que si queremos, lo que tenemos no se acaba. Mucha confianza en esto” (Papa Francisco: Discurso al Comité Ejecutivo de Caritas Internationalis, 16 de mayo de 2013). El milagro es un signo, en el fondo se nos dice que el compartir no empobrece. Dios no es un mago que va a resolver el problema del hambre en el mundo haciendo llover pan del cielo; el Señor lo que quiere es que multipliquemos los gestos de generosidad para con los pobres, hambrientos y necesitados.

La Iglesia, por otra parte, aunque no tiene la misión resolver el problema del hambre, no puede ser indiferente ante las necesidades del otro, pues ese otro es “carne de Cristo”, cuerpo sufriente del Señor que nos cuestiona e interpela. “A nosotros nos puede suceder lo que a los discípulos de ayer, cuando vieron esa cantidad de gente que estaba ahí. Le piden a Jesús que los despida: “Mándalos a casa”, ya que es imposible alimentar a tanta gente. Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo podemos decir: “Perdón, no nos dan los números, no nos cierran las cuentas”. Es imposible enfrentar estas situaciones, entonces la desesperación termina ganándonos el corazón” (Papa Francisco: Homilía en la Santa Misa en la Plaza de Cristo Redentor, Santa Cruz de la Sierra – Bolivia, 9 de julio de 2015).

El Papa nos exhorta a no dejarnos ganar por la desesperación, no dejarnos llevar por la lógica del mundo, por la sociedad de consumo: “Una lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, todo en objeto de consumo, todo negociable. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a todos aquellos que no «producen», que no se los considera aptos o dignos porque aparentemente «no nos dan los números». Y Jesús, una vez más, vuelve a hablarnos y nos dice: “No, no, no es necesario excluirlos, no es necesario que se vayan, denles ustedes de comer” (Papa Francisco: Homilía en la Santa Misa en la Plaza de Cristo Redentor, Santa Cruz de la Sierra – Bolivia, 9 de julio de 2015).

Dios lo que quiere es que se multiplique la solidaridad entre los hombres; todos debemos sentirnos responsables por el hambre del otro, nadie puede ser indiferente al dolor humano; no basta orar por los que sufren si estamos en condiciones de compartir desde nuestra pobreza. “Las manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las mismas que distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Y podemos imaginarnos, podemos imaginar ahora cómo iban pasando de mano en mano los panes y los peces hasta llegar a los más alejados. Jesús logra generar una corriente entre los suyos, todos iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue como comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo recogieron en siete canastas. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una memoria entregada siempre sacia al pueblo” (Papa Francisco: Homilía en la Santa Misa en la Plaza de Cristo Redentor, Santa Cruz de la Sierra – Bolivia, 9 de julio de 2015).

El milagro de la multiplicación de los panes, ciertamente, no puede ser interpretado en clave meramente sociológico, pues como dice el mismo Jesús, citando un pasaje del libro del Deuteronomio (Dt 8, 3): “No sólo de pan vive el hombre sino toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). El hombre no está en la tierra para satisfacer únicamente sus necesidades materiales sino también espirituales. Dios no quiere que haya hambre de pan en el mundo, Él quiere que haya siempre hambre de Dios, de su Palabra y de la Eucaristía.