Fiestas Más Sencillas, la Misma Fe en la Misa de Nuestra Señora de la Altagracia

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En la Catedral de San Patricio para la misa anual de Nuestra Señora de la Altagracia, el obispo auxiliar retirado Octavio Cisneros, de la Diócesis de Brooklyn, dijo a los fieles que siempre recuerden la importancia de la unión social y el respeto por la vida en todas sus formas.

Enero 21 es el día de la fiesta de Nuestra Señora de Altagracia, patrona de la República Dominicana.

“En este día recordamos a la Virgen de la Altagracia, y damos gracias al Señor”, dijo el obispo Cisneros dentro de sus comentarios al comienzo de la misa del 17 de enero. El obispo habló acerca del significado de la unidad racial y la justicia social, señalando que al día siguiente era el Día de Martin Luther King Jr.

“Y todos ofrecemos oraciones por el derecho a la vida, la dignidad de todos los seres humanos”, añadió el obispo, en alusión al Día de Oración para la Protección Legal de los Niños Aún No Nacidos, el 22 de enero.

Durante su homilía, el obispo Cisneros habló con afecto de sus visitas a través de los años a la República Dominicana, tanto viajes sociales como pastorales, reuniones con líderes de la Iglesia y el gobierno. “Fue en la República Dominicana donde conocí a San Juan Pablo II”, dijo el obispo.

Durante sus visitas, el obispo Cisneros observo que “la fe y la alegría del pueblo dominicano” eran evidentes. También dijo que los dominicanos tienen una profunda fe mariana y amor a la familia “basado en la devoción a la Virgen de la Altagracia...La virgen vive en los corazones de los dominicanos dondequiera que ellos estén, por ejemplo, aquí en Nueva York, en el Bronx, en el Alto Manhattan, en Brooklyn, en Queens”.

El obispo Cisneros, nacido en Cuba, señaló que la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia incluye a San José y al Niño Jesús. Él dijo que el pueblo dominicano es reconocido por su alegría y afición por las reuniones familiares con mucha comida y música como el merengue. Todo esto, dijo, proviene de su fuerte fe.

El obispo también mencionó los actuales tiempos difíciles en los Estados Unidos derivados de “la pandemia, las cuarentenas y las tensiones sociales y políticas”, y señaló el significado de tener una fuerte fe en Dios y de responder al llamado y las instrucciones del Señor.

En comentarios de bienvenida al comienzo de la misa, el cardenal Dolan dijo: “Amo a la Virgen de la Altagracia. Yo visité su santuario en la República Dominicana. Siempre lo recordaré. Así que es para mí una alegría honrarla junto a todos ustedes. De modo particular me encanta la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia, porque San José está allí en el fondo mirando a su esposa María y a su hijo adoptivo, Jesús.

 

“Este es el año de San José, así que de manera específica lo saludamos mientras honramos a la Virgen de la Altagracia. Que viva la Virgen de la Altagracia.” 

Las palabras del cardenal fueron recibidas con fuertes aplausos y vítores de los fieles, quienes respondieron: “¡Que viva!”

Entre los congregantes en la misa estaba Consuelo Rosa, de 49 años, feligresa de la parroquia de San Miguel ubicada en la calle 34 oeste en Manhattan. 

“Estoy muy agradecida, sorprendida y alegre”, dijo la Sra. Rosa, nacida en la República Dominicana, a Catholic New York antes de la misa, aludiendo al amplio y extenso apoyo arquidiocesano en honor a la Virgen de la Altagracia. Ella se dio cuenta de ese apoyo de primera mano después de emigrar a Nueva York desde la República Dominicana hace tres años.

Junto a ella estaban su hija, Yanely Polanco Rosa, de 30 años, y la hija de la Sra. Polanco Rosa, Emma, de 3. “Estamos tan lejos de nuestro país. Así que es una buena experiencia para nosotros que la misa se celebre aquí tal como se celebra en la República Dominicana”, dijo la Sra. Polanco Rosa. “Sentimos el apoyo (de la arquidiócesis). Y sentimos la unidad aquí dentro de la comunidad dominicana”. 

La Sra. Rosa y su hija dijeron que tienen un pariente lejano que murió recientemente del coronavirus, y que varios amigos de la familia han contraído el virus. Dijeron que a menudo oran al Señor y por la intercesión de Nuestra Señora de la Altagracia para que la pandemia termine pronto.

La 48a Misa Anual de Nuestra Señora de la Altagracia se presentó esta vez de manera más sencilla debido a las restricciones y precauciones relacionadas con la pandemia del Covid-19. A la misa asistieron unas 300 personas, a diferencia de la asistencia habitual de 1.500 a 1.800 personas.