Iglesias Colombianas Ayudan a Soldados Venezolanos

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El soldado Andry Rosales abrazó a un soldado colombiano y rompió a llorar al entregarse al ejército de este país.  

El soldado venezolano de 21 años se había escapado de la base de su tropa al otro lado de la frontera muy temprano en la mañana y había cruzado a Colombia caminando por un sendero de barro que cada día utilizan cientos de migrantes que entran en Colombia ilegalmente.

Sólo llevaba consigo una pequeña mochila y vestía ropa de civil, lo cual que ayudó a eludir a los guardias de frontera venezolanos.

“Allí tenemos una dictadura terrible”, dijo Rosales limpiándose las lágrimas del rostro mientras estaba siendo escoltado a una oficina de inmigración colombiana. “Nos dieron órdenes de reprimir las protestas y disparar contra la gente, aunque fueran nuestros propios parientes”.

A medida que aumenta la inestabilidad política en Venezuela, cientos de soldados y oficiales de policía están desertando y buscando refugio en el país vecino de Colombia.

La Iglesia Católica y otros grupos religiosos del área están respondiendo a este nuevo capítulo de la crisis humanitaria en Venezuela proporcionando refugio a desertores y ayudándolos a solicitar asilo.

“Muchos de nosotros vivimos con miedo”, dijo un soldado de 23 años que desertó a finales de febrero y ahora está viviendo en una habitación de hotel pagada por la Diócesis de Cucutá.

No quiso que se publicara su nombre por temor a represalias contra los miembros de su familia que todavía viven en Venezuela. “No sabemos cuánto tiempo durará esta ayuda, pero estamos muy agradecidos por lo que se nos ha dado hasta ahora”.

Las deserciones de soldados venezolanos empezaron a aumentar el 23 de febrero, cuando la oposición venezolana trató de entregar varios camiones de alimentos y medicinas al país.

La ayuda estaba proporcionada en su mayor parte por el gobierno de los Estados Unidos, y fue vehementemente rechazada por el acosado presidente Nicolás Maduro, quien dijo que tal ayuda era parte de un plan de reemplazarle por líderes de la oposición, que han prometido nuevas elecciones.

Acusaciones de fraude por parte de monitores locales e internacionales animaron a Juan Guaidó, que era el presidente de la legislatura de oposición, a asumir la presidencia.

El 23 de febrero, Maduro ordenó a sus tropas que dispersaran a los civiles que intentaban escoltar la ayuda hacia el interior de Venezuela, y pronto surgieron choques en las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil. Al menos siete personas perdieron la vida.

Según las autoridades de inmigración de Colombia, más de 500 soldados venezolanos y agentes de policía han huido al país.

Los desertores son en su mayoría soldados de bajo rango que dicen que están cansados de reprimir protestas dentro de Venezuela, y también están desmoralizados por sus salarios de apenas 20 dólares al mes. “En la mayoría de los países, estar en el ejército es una gran carrera”, dijo el lugarteniente Henri Ramírez, que huyó a Colombia recientemente. “Pero yo no podía ni comprar pañales para mi bebé”.

La Diócesis de Cucutá en la actualidad proporciona albergue a 90 desertores y sus familias en habitaciones de hotel, a través de un proyecto que se conoce como la Respuesta Multisector a la Crisis Migratoria de Venezuela. La iniciativa también proporciona a los soldados asesoría legal y apoyo de psicólogos que están ayudándoles a lidiar con problemas como la depresión y la ansiedad.  

Carlos Torrado, director del proyecto, dijo que la iniciativa es nueva y originalmente estaba diseñada para ayudar a migrantes vulnerables que entraban en Colombia con sus familias. “Había muy pocas agencias que estuvieran preparadas para lidiar con este tipo de población”, dijo Torrado a Catholic News Service. “Estos soldados también son migrantes con necesidades, menores, iguales, o más grandes que las de los demás migrantes”. —CNS