Voluntarios de Nueva York y Corazón Puro Ayudan A Inmigrantes en ‘Misión De Misericordia’ en Texas

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En un esfuerzo humanitario llamado Misión de Misericordia, jóvenes adultos de la arquidiócesis de Nueva York viajaron a McAllen, Texas, este verano para brindar compasión y ayuda a inmigrantes latinos que escapan de la violencia en sus países y se enfrentan al largo y difícil procedimiento para obtener estatus de refugiado en los Estados Unidos.

Los siete misioneros de la organización de ayuda a inmigrantes llamada Corazón Puro, realizaron una visita de cinco días en agosto al Centro de Refugio Humanitario de Caridades Católicas en McAllen, una ciudad en el extremo sur de Texas. Ellos ayudaron a proporcionar alimentos y visitaron familias inmigrantes en colonias cercanas, las cuales son comunidades empobrecidas que carecen de infraestructura y servicios básicos.

“Se trata de mostrar nuestra humanidad durante una crisis”, dijo el padre Agustino Torres, fundador y presidente de Corazón Puro, con sede en el Bronx, en una entrevista telefónica a CNY.

“Es posible que nunca vayamos a ver el total efecto de simplemente poner una sonrisa en la cara de un niño; de tratarle con dignidad”.

El padre Torres, hablando de los siete voluntarios adultos jóvenes, dijo: “Fueron increíbles; solo querían hacer algo: ayudar a mostrar compasión, ayudar a tratar a las personas con dignidad… Y sí que sirvió pues la gente llegaba al centro viéndose triste y abatida y se iban sonriendo. Nunca se sabe cuánto un acto de bondad puede cambiar la vida de alguien”.

El padre Torres señaló que su organización de divulgación está consciente de la gran necesidad humanitaria en la frontera de los Estados Unidos y México. “No podemos permanecer sin hacer nada”, dijo el padre Torres. “Nuestra esperanza es continuar yendo al centro y continuar con el trabajo que comenzamos. Nuestro próximo viaje probablemente será durante el invierno”.

Cerca de 30 voluntarios adultos jóvenes trabajando con Corazón Puro han realizado varios viajes de servicio humanitario a la frontera de los Estados Unidos y México desde 2016. Ellos trabajan con el Centro de Refugio Humanitario de Caridades Católicas. El centro atiende a familias inmigrantes que buscan escapar de la violencia en sus países. Los viajes de servicio han incluido proyectos para construir y reparar viviendas para familias inmigrantes. Los voluntarios pagan sus propios pasajes aéreos y Corazón Puro ayudó a compensar algunos de sus otros gastos.

Corazón Puro se fundó en 2008 bajo la dirección de la comunidad Frailes Franciscanos de la Renovación en el Bronx y está dedicado a formar discípulos misioneros, comenzando con jóvenes latinos y adultos jóvenes.

Carmen Castrejón, una misionera líder de Corazón Puro, dijo: “Ayudamos a las personas que fueron liberadas del centro de detención (con estatus de refugiado)... ICE (la organización gubernamental a cargo de inmigración y aduanas) las deja en las paradas de autobús. De ahí los recogemos y los llevamos al centro de refugio. El centro de detención de ICE más cercano está a unos 10 minutos en automóvil de McAllen”.

La Srta. agregó: “Algunas personas están en el centro solamente durante el día mientras que otras pasan la noche entera. Ellos se van con alguien que viene a recogerlos o alguien que les puede ayudar a defenderse aquí en los Estados Unidos... Nosotros no fuimos al centro de detención porque no permiten que nadie entre en ese lugar. Estamos tratando de ayudar a estas familias para que al menos puedan sobrevivir. La mayoría son de América Central y algunos son de México”.

Ella añadió que los jóvenes misioneros adultos también trabajaron con Caridades Católicas del Valle del Río Grande, que supervisa el centro de refugio, así como la parroquia local de San José en la ciudad de Donna.

Jenifer Ortiz, de 29 años, fue una de los siete voluntarios de la Misión de Misericordia. Ella dijo que el viaje misionero fue una experiencia que le cambió la vida. Una cosa es ver los desalentadores acontecimientos que se presentan en las noticias y otra totalmente diferente es verlo en persona, dijo ella.

“Hicimos recaudos de fondos para proporcionar alimentos a las familias en las colonias; nos ofrecimos como voluntarios para ayudar con las actividades de aprendizaje, como por ejemplo enseñar a los niños a cultivar un huerto”, dijo la Srta. Ortiz, quien es feligresa de la parroquia de la Anunciación en Manhattan.

“Una vez que entraban al centro de refugio, los aplaudíamos y les dábamos la bienvenida. Algunos de ellos estaban sorprendidos porque no esperaban tal recibimiento, e incluso algunos nos devolvían una sonrisa”.

La Srta. Ortiz dijo que todos los que fueron ayudados luego expresaron palabras de gratitud. “Un día cruzamos la frontera con México”, ella explicó. “Fuimos a hablar con las personas sin hogar al otro lado de la frontera, y evangelizamos, dando el amor de Dios, dando la palabra de Dios”.

Otro voluntario, Jonathan Vargas Torres, de 31 años, es un feligrés de la parroquia del Sagrado Corazón en el Bronx. “Muchas personas en las colonias tienen estatus de refugiados, y otras no. Todos deben ser tratados con dignidad”, dijo Vargas Torres. “Espero seguir ayudando a las personas a saber lo que está pasando, para ayudar a crear conciencia”.